La Segunda Guerra Mundial fue el conflicto armado más grande y sangriento de la historia mundial, en el que se enfrentaron las Potencias Aliadas y las Potencias del Eje, entre 1939 y 1945. Fuerzas armadas de más de setenta países participaron en combates aéreos, navales y terrestres. Por efecto de la guerra murió alrededor del 2% de la población mundial de la época (unos 60 millones de personas), en su mayor parte civiles. Como conflicto mundial comenzó el 1 de septiembre de 1939 (si bien algunos historiadores argumentan que en su frente asiático se declaró el 7 de julio de 1937) para acabar oficialmente el 2 de septiembre de 1945.
En Alemania, a partir de 1941, el Estado Mayor de las Schutzstaffel (SS) puso en marcha el programa de explotación de la mano de obra forzada de prisioneros de guerra, en su mayoría ciudadanos polacos, soviéticos y sobre todo judíos, debido al antisemitismo alemán, aunque también se incluyó a gran número de prisioneros franceses y holandeses. El uso masivo de prisioneros de guerra como obreros forzados se debió al fuerte déficit de trabajadores en la industria alemana por la movilización de los varones alemanes al ejército y el creciente esfuerzo bélico que llevaba a crecimientos de la producción industrial de varios dígitos anualmente en todas las potencias bélicas.
Conforme se extendía la duración de la guerra, y ante todo después de la Operación Barbarroja en 1941, la Wehrmacht empezó a requerir un cada vez mayor enrolamiento de varones alemanes en sus filas, y la resultante escasez de trabajadores alemanes fue paliada con mayores cantidades de obreros extranjeros, que ya no solamente eran prisioneros de guerra, sino individuos de los países ocupados (por ejemplo, checos e italianos) que eran forzosamente enrolados por las tropas alemanas para trabajar en el Reich.
Debido a que millones de ucranianos y rusos murieron en la guerra, se originó un superávit en la producción de alimentos de esos países, que sirvió para alimentar a los ciudadanos del Reich, lo cual palió parcialmente la carestía y el racionamiento, aunque la escasez de alimentos empezó a tornarse en un serio problema desde el año 1943 cuando la Wehrmacht era expulsada de grandes zonas agrícolas de Europa Oriental. Conglomerados industriales alemanes, como Krupp, BMW, Mercedes-Benz, Volkswagen o IG Farben - Henkel, participaron en dicho sistema empleando obreros forzados extranjeros en régimen de real esclavitud. También las sucursales alemanas de empresas de origen estadounidense, como Fordwerke, filial de Ford, Dehomag, filial de IBM, y Opel, entonces filial de General Motors, usaron dicha mano de obra esclava.
La economía alemana dependía de materias primas pero Alemania no tenía territorios fuera de Europa que pudieran proporcionarlas (a diferencia de la URSS, EE. UU. o incluso Gran Bretaña). Ello causó que Alemania debiese aprovechar al máximo las materias primas existentes en sus territorios ocupados, así como la capacidad industrial de éstos. No obstante, desde 1943 las tropas alemanas empezaron a perder grandes áreas agrícolas e industriales en Europa Oriental que dañaron su suministro de materias primas, algunas indispensables para la guerra (por ejemplo, petróleo de Rumania), situación que perjudicó no sólo la industria bélica, sino los niveles de vida de los civiles alemanes, quienes no habían sufrido racionamientos hasta fines de 1942. Los bombardeos aéreos masivos de británicos y estadounidenses desde 1944 destruyeron ciudades, industrias y vías de comunicación, lo cual agravó más la situación económica alemana al dificultar la obtención rápida de material de guerra y prácticamente eliminar la fabricación de bienes de consumo, así como aumentar las privaciones de la población civil germana (por la destrucción de bienes particulares y dañar la distribución de alimentos) al mismo ritmo que la Wehrmacht no podía contener el avance de sus enemigos. En marzo de 1945, el propio ministro Albert Speer reconoció ante Hitler el colapso de la economía germana seis semanas antes de la rendición incondicional.
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